[Antoni Ferrer Tramunt, Cartes d'un condemnat a mort, al cuidado de Josep Suàrez Ferrer, presentaciones de Antoni Serra y Josep Clara, Palma de Mallorca: Moll, 2004.]
Cartes d’un condemnat a mort incluye la transcripción de un diario y de las cartas que en 1938-1939 escribió a su familia Antoni Ferrer Tramunt, campesino originario del pueblo gerundense de Llançà, militante del POUM y soldado republicano. Su sobrino Josep Suàrez Ferrer, un personaje conocido en Baleares por su compromiso civil desde su cargo en la organización ATTAC Mallorca, da cuenta en el libro del significado que para él tuvo la figura de Ferrer, así como de las circunstancias en que fueron conservados y publicados sus papeles, “la millor herència que podria rebre”, y el miedo de su madre a su publicación de las cartas: “la por alienada que la dictadura havia sembrat en el cor de totes les persones ferides per aquelles circumstàncies viscudes”. El lector imaginará el grado de patetismo, pero también de denuncia, que encierra el volumen.
Los papeles de familia suelen certificar actitudes individuales que, por su contenido ético y por su carácter manifiestamente compartido, suponen un valioso material para el historiador social. En el mismo sentido, el prólogo de Antoni Serra aporta su propio testimonio acerca de la guerra y la posguerra en Mallorca, un panorama de su reflejo en la literatura insular y la narración de un caso análogo que se vivió en su propia familia, desde un punto de vista marcadamente subjetivo e, incluso, visceral; calificativo éste que no desagradará al novelista de Sóller.
A las noticias habituales en las correspondencias de soldados (la salud, los envíos de ropa, artículos de consumo o dinero, los cambios de destino, la añoranza de la familia), cuando concluye la guerra y Ferrer resulta detenido por militantes falangistas, sus cartas desde las prisiones de Figueras y Gerona adquieren un tono trascendente y un sencillo pero firme sistema pensamiento. En ellas arde un huracán de reflexiones: la implicación de Ferrer en el comité antifascista de su pueblo, la ideología, los recuerdos de infancia, el amor por los padres y la hermana, la certeza de la proximidad de la muerte, la tranquilidad ante el destino, la conciencia limpia y, finalmente, las despedidas. El caso de Ferrer es semejante al de otros asesinados por el franquismo; pero su serenidad va más allá de lo habitual. Hasta el último momento, sus palabras sirven de bálsamo para sus familiares, otorgan a su novia el beneplácito para que busque “l’home que pugui fer-te feliç” y, en suma, a todos ofrecen motivos para la esperanza.
Al leer la transcripción de Calendari d’un pres, escrito en un cuadernillo minúsculo durante el mes y medio que duró su cautiverio e interrumpido sólo el día previo a su ejecución, asistimos a la expresión máxima de esa serenidad. -Notario del drama, Ferrer apunta detalles de su detención y procesamiento, pero también novedades sobre los compañeros de prisión y los que van siendo ejecutados. Sólo en contadas ocasiones se permite lamentar moderadamente “les dolentes hores de la nit”. Gracias a su notable entereza y al esfuerzo de su sobrino Josep y de la Editorial Moll, hoy contamos con un magnífico testimonio del género de vida de los condenados a muerte del franquismo inicial, así como de algunas de las interioridades de la indigna farsa judicial a que se los sometió. Última Hora.
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