[Máximo Hernández, Zooilógico, Barcelona: La Poesía, señor hidalgo, 2004.]
Conocemos la trayectoria poética de Máximo Hernández desde hace muchos años. Se trata de una figura habitual en cualquiera de los muchos acontecimientos relacionados con la poesía que en Zamora se celebran, y en muchos de ellos como motor principalísimo. Sus últimas obras lo han situado en un lugar de relevancia en el panorama de las letras ibéricas, que se refleja en reconocimientos como el Premio Nacional José Hierro de poesía por Matriz de la ceniza (San Sebastián de los Reyes, 1999); ha publicado también, entre otros títulos, Cerimonial do tempo (Lisboa, 1998), Ciudadano humo (Iria Flavia, 1999) y el espléndido La eficiencia del cielo (Cambrils, 2000). En trámite de edición tiene hoy otros dos poemarios que ahondan en un discurso caracterizado por el compromiso ético, los contenidos existenciales, las estructuras cerradas y unitarias –circulares o cíclicas–, la pluralidad de voces poéticas y una tendencia hacia la alegoría que, habiendo estado siempre presente en sus versos, se acentúa progresivamente en sus últimos inéditos.
Recientemente, no obstante, ha dado al público su Zooilógico (Barcelona, 2004), una colección de poemas breves que tienen por asunto nada menos que la condición humana. Con ser, como es, aparentemente un bestiario, en sus páginas se habla exclusivamente del hombre y sus miserias. No se trata de un libro en la línea de Matriz o La eficiencia: su aliento menos elevado, arraigado en la tradición de los fabulistas y en el que a las veces resuena el acento de Gómez de la Serna (véanse, por ejemplo, “Tenia” o “Hipopótamo”), no excluye sin embargo la disección densa y certera de los personajes escogidos, y rescata al mismo Máximo Hernández que en su día fuera seleccionado en una antología comentada de la poesía satírica universal de todos los tiempos, Los versos satíricos (Barcelona, 2001).
En efecto, en Zooilógico no hay un repertorio de animales. En sus tres secciones, dedicadas respectivamente a la dudosa condición del poeta, a la mortal y aún más dudosa del hombre y a un conjunto de tipos humanos, se analiza por vía de metáfora toda una completa serie de caracteres, unas veces con ternura, otras con ironía y, por fin, algunas con franco menosprecio. En esta última línea satírica encontramos caricaturas del mundo literario,como la del poeta vacuo o la del crítico amargado, pero también escuchamos las voces traspuestas del político, del noctámbulo, del ejecutivo agresivo, del forzado al gimnasio, del macho ibérico... En un par de ocasiones el poeta se ríe abiertamente del hombre como género que se opone al femenino.
Pero no sólo hay sátira en Zooilógico; la reflexión existencial habitual en la poesía de Hernández está presente también aquí, y así respiramos la conciencia de la mortalidad y, con el autor, lamentamos la inutilidad de toda aspiración de trascendencia en poemas como “Araña” o “Ibis sagrado”. La hondura del cante jondo se encuentra en “Flamenco”, un hermoso poema dedicado al llorado Waldo Santos. El suicidio (“Ballena”), los lados oscuro y luminoso del sexo (“Boa constrictor” y “Delfín” respectivamente), una visión tal vez unamuniana de la relación con la divinidad (“Conejillo de Indias”), la duda como parásito (“Tenia”), la contradicción que es esencial en el hombre (“Unicornio” o “Ñu”) y una reflexión sobre el libre albedrío (“Oso”) contribuyen a completar el panorama de lo humano. “Impala” quintaesencia magistralmente, en apenas nueve depurados versos, varios milenios de pensamiento religioso. También hallamos diversos aspectos de la profesión y la actividad del poeta: su identidad frágil y huidiza en “Insecto palo”; su carácter de rastreador silencioso en “Kivi”; o la tensión del tiempo y la memoria del poeta en “Moscón”.
No falta en este bestiario moderno un poema dedicado al “Hombre”. En él se resume quizá la filosofía que impregna todo el poemario, en unos versos en que el ser humano se diferencia de los irracionales por su miedo y su duda perpetua: “Pero, en el fondo, sabe/ que es sólo un animal/ con el miedo añadido/ de quien sabe que es/ y no sabe qué es”. Zooilógico es, además de un recomendable prontuario de personajes (que el lector identificará fácilmente a su alrededor), un manojo de reflexiones que espabilarán más de una conciencia. La Opinión-El Correo de Zamora.
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